“Como mujer y madre soltera se me cerraron muchas puertas, pero me rebelé a aceptar las condiciones a las que estaba sometida. Quise luchar contra tantas cosas negativas”.
Xóchitl Ramírez nació en Puerto Escondido, Oaxaca; de raíces mixtecas, fue la hija mayor de siete hermanos. Desde niña sufrió violencia doméstica, pues su padre era alcohólico; al terminar la primaria su mamá le dijo que ya no le podían pagar los estudios y que debía trabajar. Pero Xóchitl insistió: quería seguir estudiando. Así que le subía el precio a los tamales y a las quesadillas que le mandaban vender, lavaba coches, y a esa edad puso su primer negocio (vendía chicharrones). Con el dinero que ahorró se inscribió en la secundaria. Estaba claro que Xóchitl tenía sueños, y su mamá le permitió tenerlos, siempre y cuando no olvidara que también tenía un compromiso con el gasto del hogar.
Al poco tiempo, cuando cumplió quince, se casó. Los ocho años que duró su matrimonio fueron una continuación de los abusos que padeció en su primer hogar. Xóchitl estaba hundida en un pozo de violencia. “Perdí a mis dos primeros hijos por maltratos y estuve a punto de perder al tercero, pero no fue así. Aunque nació prematuro y sólo pesaba un kilo… mi hijo es sordomudo… pero ocurrió un milagro”.
Tras el nacimiento de su hijo, Xóchitl decidió cambiar su vida. Éste fue su motor y su camino para apoyar a otras mujeres en situaciones como la suya. Así que a los veintiún años, siendo madre soltera, decidió estudiar la licenciatura en Administración de Empresas, mientras trabajaba en un restaurante y ya era miembro activo de la Asociación Civil Atzin Desarrollo Comunitario.
Aunque Xóchitl estudió en Cuernavaca, Morelos (y es ahí donde vive actualmente), decidió llevar a cabo su labor como activista en Tlamacazapa, Guerrero, la misma comunidad en donde sufrió vioencia y nació su hijo: “A mí me ofrecieron un hombro en el cual apoyarme, y ahora yo quiero ofrecer el mío. No sólo atiendo cuestiones de violencia doméstica, también me dedico a temas de educación, ecología, derechos humanos, visito las comunidades, hago censos, capacito a las mujeres de la comunidad en diversos temas (uno por mes, dependiendo de lo que se ocupe) y hago visitas domiciliarias a quienes tienen necesidades especiales”.
Este año, Xóchitl cumplió 37. Es presidenta de la asociación civil de mujeres indígenas Yotlakat Non Siwatl y forma parte de la Red Nacional de Mujeres Indígenas Tejiendo Derechos por la Madre Tierra y el Territorio (RENAMITT), con quienes se ocupa del tema de las propiedad de la tierra para las mujeres y la defensa del territorio.
Los problemas sociales siempre se presentan como una cadena: están vinculados unos con otros. Es por esto que Xóchitl hace un poco de todo, por ejemplo, cuando ofrece una capacitación a mujeres indígenas sobre qué es la Reforma Energética, irremediablemente debe tocar el tema de sus consecuencias, de cómo se puede ver afectada la comunidad, de sus derechos sobre la tierra que trabajan y les pertenece, de ecología y educación; entonces termina vinculándose con otras asociaciones y da pláticas sobre empoderamiento, liderazgo y autoestima; además, ya que también es administradora, se afana en ver cómo obtener y facilitar recursos. Y si se descubre un caso en el que hay violencia, Xóchitl hace acompañamientos al Ministerio Público, a hospitales, albergues de seguridad, provee asesoría para la custodia de niños, lo que sea necesario… “En todo frente, hay que luchar por lo correcto”.
Así, con el apoyo de Fondo Semillas, el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvor y el programa “Construcción de capacidades para la incidencia a favor de los derechos de las mujeres en México”, financiado por la Comisión Europea, Xóchitl es una activista total pues, como ella dice: “si hace diecisiete años no tenía sueños, no sabía cómo defenderme ni tenía las herramientas, ahora la gente se me acerca para pedirme asesoría, ideas, trabajo, recursos, y juntos vemos la manera en que nos podemos organizar”.
Algunos datos:
La actividad minera es origen y principio de condiciones gravísimas para muchas comunidades mexicanas: devastación ambiental, desplazamiento, despojo de agua y tierras, intimidación y muerte.
Fuentes:
Lemus, J. Jesús (20 de julio de 2017). “Letalidad a cielo abierto”. Reporte Índigo. Disponible en: https://www.reporteindigo.com/reporte/conflictos-empresas-mineras-explotacion-ambiente-pobladores-cieloabierto/
No a la mina.org (4 de diciembre de 2017). “Minera canadiense ha despojado de 80 mil hectáreas a indígenas en Oaxaca”. OCMAL. Disponible en: https://www.ocmal.org/minera-canadiense-ha-despojado-de-80-mil-hectareas-a-indigenas-en-oaxaca/
Macías Lagunas, Samantha (26 de agosto de 2016). “En México, el mayor número de conflictos mineros de AL: 80 socio-ambientales y 22 laborales”. SinEmbargo. Disponible en: http://www.sinembargo.mx/22-08-2016/3082109