24 de julio de 2019

“Ese pago que no tiene precio” – El activismo de Noemí Tuz

“Para mí fue muy difícil porque yo no esperaba regresar al pueblo, todo lo que había hecho era para irme. Allí, por ejemplo, ya soy muy grande para no haberme casado. También me preguntaba una y otra vez: ¿y ahora, qué voy a hacer? ¿a qué me voy a dedicar?”.

Noemí tiene 34 años. Nació en Peto, un pequeño municipio al sur de Yucatán. Como en este pueblo no hay acceso a la educación superior se fue a Mérida para cumplir su sueño: estudiar la licenciatura en turismo y, luego, mudarse a Quintana Roo y viajar. Un plan lógico, pues el turismo es la principal actividad económica de la región.

Por desgracia, cuando Noemí terminó la carrera su madre enfermó y tuvo que regresar al pueblo a cuidarla, a acompañarla en las múltiples operaciones y dificultades. Por causa de la diabetes perdió la vista.

Noemí comenzó a trabajar en la radio local, en XEPET (la voz de los mayas). La radio en mi pueblo es muy fuerte. Como la televisión es de paga, la radio es lo máximo para la gente; además, es en maya. Como su programa radiofónico era sobre educación ambiental, se fue a Mérida a una protesta contra el cambio climático y ahí conoció a uno de los integrantes de la Red Ambiental Juvenil de Yucatán y comenzó a realizar campañas en defensa del territorio.

“A Yucatán están llegando todo tipo de empresas ajenas a los proyectos comunitarios, que monopolizan la tierra de los pueblos indígenas y no sirven a la comunidad ni benefician a la gente que está ahí.”

A través del Fondo Internacional de la Mujer Indígena, Noemí trabaja para empoderar a las mujeres: les enseña a hacer huertos y, de acuerdo con las necesidades que tiene cada familia y su terreno, a desarrollar tecnologías comunitarias. Asimismo, busca que las mujeres que ya tienen un huerto diversifiquen sus cultivos para que puedan alimentarse mejor e incluso vender. Entre todas organizan encuentros para ofrecer sus productos, esto las anima mucho.

También la eligieron para hacerse cargo de la coordinación de una escuela de agricultura ecológica en Peto. Lucho para que no cierren la escuela, si ya está el espacio, hay que cuidarlo.

Actualmente, Noemí colabora en la Red Pepéeno’ob y, con apoyo del Instituto Simone de Beauvoir, Fondo Semillas y el programa “Construcción de capacidades para la incidencia a favor de los derechos de las mujeres en México”, financiado por la Unión Europea, prepara una cartilla de los derechos de las mujeres indígenas.

“Muchas mujeres indígenas no conocen sus derechos ni cuáles son las instituciones que les pueden dar apoyo. El tema comenzó a interesarme mucho pues, ¿qué pasa cuando desconocemos las cosas a las que podemos aspirar? Además, ninguna ley habla específicamente de los derechos de las mujeres indígenas… Tras haberlo pensado mucho, decidimos que este proyecto era el que podía causar mayor impacto en la comunidad.”

Recientemente, Noemí empezó a estudiar Desarrollo Rural. Si al volver a su pueblo se preguntaba con angustia ¿qué voy a hacer? Ahora lo tiene claro (y las manos no le alcanzan): proyectos comunitarios, ambientales y de desarrollo sustentable; también, defensa de los derechos agrarios y de la mujer.

“Por el proceso que he tenido yo siento que ya no trabajaría para una empresa. Para qué trabajar para quien no lo necesita y sólo se está haciendo rico con el trabajo de la gente. Mejor trabajar para quienes sí lo necesitan. Yo quería trabajar en turismo y viajar a todos lados, no pensaba en hacer todo lo que hago ahora. Pero ya no quiero dejarlo. La gente de las comunidades es muy buena. Siempre son buenos, son amables, te ayudan, te atienden, son generosos. Siempre me dan algo. Me ofrecen consejos, me dicen qué darle a mi mamá para que mejore, me comparten ese conocimiento que sólo tienen ellos, su sabiduría invaluable. Cada vez que voy a las comunidades vuelvo con algo. Ese pago que no tiene precio.”

Algunos datos:

Las mujeres indígenas son vulnerables porque están a merced de los cambios económicos y sociales del mundo actual; están sujetas a los problemas de sus comunidades (pobreza, poco acceso a los servicios de salud, educación, conflictos armados, contaminación, extracción de sus recursos y pérdida de sus tierras), además sufren discriminación, humillación y explotación sexual; y las zonas que habitan se encuentran “deprimidas”, es decir, padecen la pérdida de identidad, de tradiciones, de lazos familiares y en general, la destrucción de sus comunidades.

• En 1992, la reforma al Artículo 27 constitucional estableció que ahora la propiedad ejidal es alienable, transmisible, embargable, divisible y convertible. Lo cual dio pie a diversas estrategias de despojo de las tierras indígenas pues la compra-venta se da en condiciones de profunda desigualdad económica y de poder.
• Diversos ecosistemas y zonas naturales al sur de México, como la Laguna de Bacalar, se encuentran en grave riesgo por los desarrollos turísticos y palafitos que se están construyendo bajo un modelo de turismo masivo y no de turismo responsable con el medio ambiente.
• Con el anuncio de la construcción de dos gasoductos de Pemex que atravesarán Yucatán y Quintana Roo para este año, el riesgo de desastres ecológicos está latente, luego de la estela de ecocidios que dejó la paraestatal en estados como Veracruz, Tabasco y Campeche (todo esto con el objetivo de asegurar el abasto de gasolina y turbosina para la industria turística).

Fuentes:

Llanes, Salazar Rodrigo (2017). Estrategias del despojo. Diario de Yucatán. Disponible en: http://yucatan.com.mx/editoriales/opinion/estrategias-del-despojo
Ramos, Jazmín (2017). Hoteles ponen en riesgo a Bacalar. Diario La Verdad. Disponible en: http://laverdadnoticias.com/hoteles-ponen-riesgo-bacalar/

Matus, Carlos (2016). Enfoca Pemex mira sobre la península. Diario La Verdad. Disponible en: http://laverdadnoticias.com/pemex-enfoca-mira-la-peninsula/
García Medina, Carlos (2010). Derechos humanos: mujeres indígenas, en México. Terra Nueva Etapa [en línea], XXVI (enero-junio). Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72115411006

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