18 de julio de 2019

Historias de mujeres: Desde la raíz… Patricia Ramírez y la Red de Guerreras Afromexicanas

“Fue ahí donde empezó mi inquietud. Empecé buscando mi propia raíz y de ahí empecé con lo que es el movimiento de mujeres negras  y el pueblo afrodescendiente empezamos con el reconocimiento pero sabemos que antes vienen otras cosas.”

La historia de Patricia Ramírez Bazán, comienza desde antes de que naciera. Inicia en un poblado de la costa chica del estado de Guerrero, llamado Cuajinicuilapa. Ese mismo poblado que fue testigo desde el siglo XVI del casi exterminio de la población indígena. Años de guerras, represión y enfermedades, mermaron la población nativa por lo que los terratenientes trajeron a otros para que trabajaran la tierra. Cuajinicuilapa acogió esclavos, miró el tráfico initerrumpido de la trata de africanos arrebatados de sus pueblos y reducidos a mercancía. Cuajinicuilapa, Cuaji, como le dicen, es conocido desde entonces como pueblo negro.

Nacida en Mesón, municipio de Ayutla de los libres, Guerrero, desde niña Patricia Ramírez Bazán, escuchaba las historias de la tía abuela. Esas donde aparecía el bisabuelo revolucionario y la bisabuela llegada del Charco, un lugar que se perdió en la cercanía de Cuaji, se decía que era negra. Como si se tratara de relatos lejanos Patricia, de ojos grandes escuchaba.

“Mi comunidad es considerada zona indígena, mi familia, nosotros somos diferentes. El fenotipo, la apariencia y la forma de ser. No somos iguales. Yo me sentía diferente, sentía que no encajaba”.

Fue cuando salió a estudiar a la Universidad de Chilpancingo y comenzó a involucrarse con el movimiento y situación del pueblo negro de Guerrero. Se encontró con otras mujeres con las que tenía más en común.

“Fue ahí donde empezó mi inquietud. Empecé buscando mi propia raíz y de ahí empecé con lo que es el movimiento de mujeres negras  y el pueblo afrodescendiente empezamos con el reconocimiento pero sabemos que antes vienen otras cosas.”

La historia de Patricia Ramírez Bazán, comienza desde antes de que naciera. Inicia en un poblado de la costa chica del estado de Guerrero, llamado Cuajinicuilapa. Ese mismo poblado que fue testigo desde el siglo XVI del casi exterminio de la población indígena. Años de guerras, represión y enfermedades, mermaron la población nativa por lo que los terratenientes trajeron a otros para que trabajaran la tierra. Cuajinicuilapa acogió esclavos, miró el tráfico initerrumpido de la trata de africanos arrebatados de sus pueblos y reducidos a mercancía. Cuajinicuilapa, Cuaji, como le dicen, es conocido desde entonces como pueblo negro.

Nacida en Mesón, municipio de Ayutla de los libres, Guerrero, desde niña Patricia Ramírez Bazán, escuchaba las historias de la tía abuela. Esas donde aparecía el bisabuelo revolucionario y la bisabuela llegada del Charco, un lugar que se perdió en la cercanía de Cuaji, se decía que era negra. Como si se tratara de relatos lejanos Patricia, de ojos grandes escuchaba.

“Mi comunidad es considerada zona indígena, mi familia, nosotros somos diferentes. El fenotipo, la apariencia y la forma de ser. No somos iguales. Yo me sentía diferente, sentía que no encajaba”.

Fue cuando salió a estudiar a la Universidad de Chilpancingo y comenzó a involucrarse con el movimiento y situación del pueblo negro de Guerrero. Se encontró con otras mujeres con las que tenía más en común.

“Fue ahí donde empezó mi inquietud. Empecé buscando mi propia raíz y de ahí empecé con lo que es el movimiento de mujeres negras  y el pueblo afrodescendiente empezamos con el reconocimiento pero sabemos que antes vienen otras cosas.”

La población afromexicana en México ha sido invisibilizada y excluida. Esto ha generado grandes desigualdades frente a otros grupos. Poco a poco la población mexicana con ascendencia africana ha ido caminando en su proceso de identidad y en el reconocimiento de sus derechos, para que sean reconocidas y atendidas sus necesidades específicas.

La condición de desigualdad afecta de forma particular a las mujeres afrodescendientes que viven una triple discriminación: por género, por ser pobres y por tener ascendencia Africana.

De esta forma algunas afromexicanas van de la vergüenza y el sentimiento de inferioridad al orgullo y el amor propio.

En su búsqueda personal Paty, se integró a un proceso formativo que impartió el ILSB parte de ese proceso era el trabajo sobre la línea de la identidad. Se encontró entonces con otras mujeres y de ahí, surgió el colectivo Negras con iniciativa que después se convertiría en la Red de mujeres guerreras afromexicanas.

“Para mí fue un proceso identitario y formativo, el hecho de que te documentes, que sepas de donde vienes, eso refuerza tu identidad. Ya constituidas como red lo que buscamos es fortalecer la identidad de las mujeres negras. Trabajamos en una agenda común y buscamos  dar a otras mujeres herramientas para que ellas puedan tener un discurso político, puedan incursionar en sus mismas organizaciones y también en otros ámbitos. Porque se le ha truncado mucho los caminos a las mujeres, y lo que estamos buscando es el despunte de la mujer negra en la participación política, en cualquier espacio”.

Los temas que más les preocupaban eran: la discriminación, la violencia hacia las mujeres, la crianza de las niñas y los niños; la participación política y la equidad de género.

Las mujeres negras viven discriminación en los propios espacios de construcción de movimiento. La Red de Mujeres Guerreras Afromexicanas consideró importante que las mujeres negras se fortalezcan y formen en estos temas pues en “hay organizaciones de negros que están pero las dirigen los hombres y a las mujeres solo las ocupan para la talacha y ya en la toma de decisiones no se les toma en cuenta. Cuando hay negociaciones las excluyen, lo mismo pasa para los cargos públicos. Las mujeres negras en organizaciones están segregadas.” Por ello es clave su formación.

“Las mujeres negras que ya tenemos cierta formación, que hemos estado en procesos, tenemos que dar algo.  Nosotras estamos apostando a apoyarnos unas con otras y avanzar entre todas, por el bien de las demás y las que vienen atrás.”

El ILSB es una organización apartidista que cree en la pluralidad y participación ciudadana como ejes fundamentales de la democracia y no participa ni interviene, directa o indirectamente, en campañas a favor o en contra de ningún partido político o candidatas/os para cargos públicos.