05 de septiembre de 2025.- Este puente mi espalda: escritos radicales de mujeres de color en Estados Unidos, fue un libro que marcó un antes y un después para muchas de las feministas, mujeres y disidencias que luchan en América Latina. Como parte de su gira por México, Cherríe Moraga, editora de dicha obra, participó en el conversatorio Fronteras en Disputa: genealogías chicanas y feminismos, un diálogo imprescindible organizado por el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB), en el que también participaron Celia Herrera Rodriguez y Sayak Valencia, y que marca, además, el punto de partida del Laboratorio de Movimientos, un espacio de diagnóstico y diálogos colectivos convocado por el ILSB que permitirá co-crear narrativas alternativas, diversas y esperanzadoras entre organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales y la academia.
El evento se centró en la nueva edición de este libro, 44 años después de su publicación original en 1981. La directora interina del ILSB, Silvia Soler, lo describió como un texto fundacional para “muchos feminismos, especialmente aquellos que después se articularon como ‘interseccionales’, nombrando con una palabra algo que siempre estuvo ahí”. Subrayó su importancia para muchas mujeres que, en lugar de iniciarse en los feminismos académicos, encontraron en los textos de esta antología, una forma de “salir de ciertos feminismos hegemónicos y blancos, abriéndose a feminismos lésbicos y chicanos”.
Cherríe Moraga compartió que la experiencia de revisitar Este puente mi espalda ha sido “imposible de describir” para ella y su pareja, al permitirles conectar con mexicanas, latinas y mujeres indígenas. Continuó leyendo el prólogo de su libro Loving in the War Years, para establecer la identidad de las chicanas como lesbianas y mujeres de color. Explicó que el impulso original de ese libro fue el “derecho a amar” que para ella, en 1978, significaba “el derecho de ser lesbiana” y que luego se expandió a un “movimiento de libertad intergeneracional” para las personas de color
La reedición de sus obras, dijo, surge del “deseo de rescatar del olvido, el pasado personal y político de la chicana, de preservar un feminismo radical y activista de las mujeres de color que reflejaba la complejidad de nuestra experiencia”. También destacó que las chicanas son “la medida de múltiples colonizaciones en América, externas e internas” y advirtió sobre la “amnesia generacional”, refiriéndose a que las generaciones más jóvenes están olvidando los movimientos liberadores de los años 60 y 70, lo que ha llevado a un “sistema de encarcelamiento aún más siniestro”.
El dialogo recuperó la importancia de figuras mexicas como Coyolxauhqui, Malinche, La Llorona y Coatlicue en el proyecto feminista chicano, como una forma de invocar la ancestralidad y “desbloquear la prisión de los colonizadores centradas en el hombre”. Para concluir su intervención, Moraga se refirió a su generación como la “última generación con la responsabilidad personal y pública de seguir diciendo lo que no se ha dicho o lo que se dijo en su momento, pero ahora se ha olvidado”. Recordó los múltiples movimientos de liberación de los años 60 y 70, e insistió en que “recordar es recrear y que la descolonización requiere reindigenización del corazón y de la mente”. Su mensaje para las próximas generaciones fue que “aunque su tiempo juntxs en este planeta es breve, solo puede ofrecerles estos pensamientos valientes, y ellas tendrán que ser valientes a su manera”.
Sayak Valencia expresó su profunda gratitud y una conexión personal con la obra, siendo ella misma de Tijuana y de la frontera. Para ella, éste es el feminismo del que ha estado más cerca, ya que hablaba un lenguaje que no solo ella entendía, sino también su madre, su abuela y sus tías, a diferencia del feminismo académico que no encajaba con la realidad de su familia migrante de Zacatecas y Michoacán.
Valencia destacó que las feministas chicanas lograron hacer “política con poesía” en un contexto de imperialismo aparentemente impermeable. El libro le ha servido de espejo para decir “dejen de buscar ahí afuera, en el inglés, en la blanquitud, en el colonialismo y en el imperialismo, porque eso que nos ataca todo el tiempo no nos va a venir a salvar”.
Por otro lado, Celia Herrera Rodriguez, quien realizó la ilustración de esta nueva edición del libro, compartió el proceso de curaduría de las imágenes. Explicó que, a diferencia de la edición original donde las ilustraciones fueron de una sola artista, ella buscó incluir a artistas de la misma época que las escritoras.
El diálogo, profundo y emotivo, dejó clara la urgencia de recordar el pasado, reconocer las luchas no resueltas y movilizar la conciencia y el arte como formas de resistencia frente a un presente político que se percibe como una amenaza existencial. La reedición de Este puente mi espalda no es solo un rescate literario, sino una herramienta para continuar la lucha por la dignidad y la liberación.
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